Hace mucho tiempo que los tradicionales cascanueces alemanes ya no cumplen su cometido original: romper la dura cáscara de
las nueces y avellanas que forman parte de las clásicas golosinas
navideñas. Se les abría la boca, se les metía un fruto seco y de un "mordisco" se partían. Desde hace décadas se han convertido, en
cambio, en uno de los adornos de Navidad más típicos.
Y aquí me tenéis posando en Rothenburg ob der Tauber, Alemania, con uno de los cascanueces más grandes que he visto nunca.
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